Tras despertar una mañana, Isabela, una niña de once años, se percata de que su rostro carece de expresividad. No puede sonreír, fruncir el ceño, o siquiera hacer una mueca, por lo que entra en pánico y se encierra en su habitación. A pesar de su encierro, su hermana menor entra a su habitación con notable preocupación, al igual que lo hace su padre, y aunque es un día importante para su familia, Isabela no puedo evitar la frustración de enfrentar aquella adversidad. Desde entonces, Isabela acepta su adversidad como una condición médica sin remedio, por lo que aprende a vivir con ello y el prejuicio social de aquellos que la rodean, sobre todo en el colegio. Sin embargo, años después y con dieciséis años de edad, se topa con una misteriosa mujer que centra su atención en ella, y no solo eso, si no que se ofrece a ayudarla con aquello que consideraba una condición médica, catalogado por aquella extraña como un hechizo.
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