La cultura otaku finalmente se ha convertido en algo habitual, y Megumi no acaba de acostumbrarse. Divorciada y con una hija adolescente, Megumi recuerda con cariño sus días como otaku del anime y el manga, allá por 1995. Ese año, se trasladó a un nuevo colegio y decidió empezar de cero ocultando sus intereses otaku. Se encontró bajo la protección de un as del baloncesto llamado Masamune, que tiene un corazón bondadoso y se parece a uno de sus personajes favoritos. Pero, aunque Megumi intuye que el destino está en el aire, se siente destrozada al descubrir que Masamune detesta a los otaku...
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